La relación entre pensar y pensar con el cuerpo es la base
fundamental del método creativo de Wayne McGregor, dentro de
sus trabajos con Random Dance y otras compañías de danza.
La conexión entre la mente y el movimiento proveen de
herramientas creativas que permiten a los bailarines responder a
los requerimientos de creación coreográfica de manera efectiva y
solvente: con una gran capacidad de construcción y organización
de materiales.
Junto a científicos cognitivos de distintas universidades, y a
artistas y programadores digitales, McGregor ha desarrollado un
campo de investigación que estudia la posibilidad de acceder al
movimiento y la danza, reorganizando patrones de pensamiento y
acción consecuente; para potenciar nuevos procesos creativos en
la escena.
McGregor considera a la creatividad como algo esencial en la vida
del ser humano y está convencido de que se puede enseñar a ser
creativo. Las técnicas para ser creativo pueden enseñarse y
compartirse, a partir del descubrimiento y uso apropiado de la
propia identidad física y de los propios hábitos cognitivos.
El cuerpo es lo más tecnológicamente alfabetizado (con un
lenguaje) que tiene la humanidad. Por ello el bailarín es capaz de,
con su cuerpo en movimiento, comunicar ideas, conmover, tocar y
ayudar a pensar de manera diferente al público.
La coreografía es un gran proceso del pensamiento corpóreo.
Está muy presente tanto en la mente, como en el cuerpo y es un
proceso colaborativo. La danza para McGregor es algo que debe
hacerse con otras personas, no en solitario. Por lo tanto es un
proceso cognitivo distribuido. Y con personas de distintos tipos
de profesiones, capacidades y talentos que aportan con su
inteligencia a un proceso creativo diferente
Como todos poseemos un cuerpo, que es nuestra interfase para
comunicarnos con el mundo, uno de los aspectos del
pensamiento corpóreo es pensar en la capacidad humana de auto
percibirse, la propiocepción.
La percepción de mi propio cuerpo en el espacio del mundo real.
Así pues, todos entendemos cómo el cuerpo que poseemos se
moviliza y acciona en el mundo real: camina, salta, toma, sostiene,
cambia de posición, mueve y porta objetos, etc.
En tal sentido, todo ser humano es ya un experto en pensamiento
corpóreo. Pero, en la vida normal, no se piensa mucho sobre el
cuerpo, solo se lo atiende o se piensa en él cuando algo no
funciona, cuando algo va mal o se enferma.
Entonces, el cuerpo que nos conecta con el mundo, debería ser
atendido con mayor atención en su manera de funcionar para
aprovecharlo al máximo y entender de lo que es capaz.
Al analizar la manera en la que el cuerpo ejecuta el movimiento y
adquiere su estar en el mundo, se puede empezar a utilizar el
pensamiento coreográfico, la inteligencia quinestésica, para
abordar formas de pensamiento más genéricas y mejorar el uso
del cuerpo humano, a todos niveles.
Debemos recurrir constantemente a trabajar arquitecturas
mentales: formas de imaginar el movimiento y la estructura física
que lo contiene para preparar al cuerpo en la acción misma:
imaginar la acción es un paso importantísimo en la creación de la
acción.
En la composición de sus piezas, esta herramienta nos invita a
siempre asumir el cuerpo y las capacidades de cada intérprete
como mentes que piensan y que provocan cambios en la forma
de movimiento y en cómo este se organiza en el espacio.
De esta manera, se aprovecha al máximo la capacidad humana
(pensamiento y acción) de cada uno de los artistas colaboradores:
bailarines, músicos, científicos, artistas digitales, programadores,
etc.
Esta es entonces una investigación / creación COLABORATIVA.
El Pensamiento Corpóreo se construye sobre intuiciones rápidas,
no es solo un tipo de comportamiento. Sucede en la cabeza, con
y a través del cuerpo y con objetos y personas, sean reales o
imaginados.
Puede ser realizado a través de enseñanza cuerpo a cuerpo,
usando cuerpos como objetos para pensar con (hacer con) y a
través de tareas. Todo esto puede ayudar a romper hábitos de
movimiento y permitir la innovación.
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